Por qué compartimos y cómo vamos hacia la saturación de contenidos optimizados para compartir
En New Yorker un buen artículo con las tesis que formula Jonah Berger en su libro Contagioso: Cómo conseguir que tus productos e ideas tengan éxito.
Especialmente interesante me ha parecido la conclusión de la pieza:
La ironía, por supuesto, es que cuanto más datos analizamos y cuanto más nos aproximamos a determinar un cálculo preciso del fenómeno del compartir, menos probable será que lo que sabemos siga siendo verdad. Si la emoción y la incitación son clave, entonces, en una aplicación social del efecto del observador, podemos estar cambiando que será popular incluso mientras estamos estudiándolo. "Si todo el mundo está implementando perfectamente el mejor titular para ser compartido, eso precisamente dejará de ser eficaz", dice Berger.
Es un punto que vengo discutiendo con colegas y compañeros últimamente. No sólo que la optimización para redes sociales tiene similitudes con la optimización para buscadores - llevada al exceso crea una dependencia por la que la plataforma intermediaria tiene un poder sobre tu producto - sino por la saturación del usuario a fórmulas cada vez más gastadas.
Listas, titulares grandilocuentes que luego no cumplen lo que prometen, historias emocionales facilonas... ¿cuánto recorrido tienen? ¿se cansará la gente de recibirlas? ¿y de compartirlas? ¿subirá el umbral y lo que ayer funcionaba a los Buzzfeed y compañía dejará de hacerlo a no ser que aumenten la calidad del contenido y del diseño de los artículos? Sobre todo ello tengo dudas, por mucho que aumente la acción de compartir no parece que lo vaya a hacer al ritmo que crece la producción de contenidos optimizados para ello.
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