Es realmente difícil crear un nuevo hábito
Y más si no lees bien el momento de la opinión pública como creo que le está sucediendo a Apple
Cuando un producto tecnológico, sea un gadget o una nueva aplicación, se postula como la “siguiente gran cosa que lo va a revolucionar todo” tiene muy pocas posibilidades, poquísimas, de triunfar.
Si lo hace, el premio es enorme, lideras una nueva categoría. Apple lo ha conseguido durante casi dos décadas con el teléfono móvil. Aunque otras marcas allanaron el camino (Blackberry, Nokia), es con el iPhone cuando se consolida algo que sucede excepcionalmente: la creación de un nuevo hábito en los usuarios.
Este cambio en el día a día, el conseguir nuevas rutinas, minutos diarios (cuando no horas), es de una rareza inaudita. Por eso la mayoría de las novedades que se nos presentan desde el mundo de la tecnología que quieren pasar por “disruptoras” devienen en enormes fracasos.
Es más, a nuestros ojos parecen ridículas. ¿Pero cómo se van a pensar esos flipados que voy a hablar con un pin en mi solapa que llevaría todo el día? Esta reacción, en todo caso, no es la confirmación de un fracaso pero sí una condición necesaria de que algo es realmente nuevo. Ya lo vivimos con el teléfono móvil ¿a qué estar localizado y pendiente todo el día?.
Pienso en todo esto de los nuevos hábiros mientras escuchaba el episodio de Loop Infinito de Javier Lacort con testimonios de compradores de las Vision Pro.
Incluso entre entusiastas de la marca y seducidos por la idea de ser adoptadores tempranos de las gafas Vision Pro, la integración en el día a día del dispositivo resulta muy pobre.
Les escucho y me identifico. Mi experiencia con la realidad virtual es desde el asombro por su “efecto wow” (véase en 2013 cuando probé el prototipo de Oculus), hasta la rutina actual de dejar las Quest 3 en el cajón durante semanas. Tengo que poner mucho empeño por usarlas, probar qué hay de nuevo. Demasiada fricción, esa relación no del todo lograda entre el valor que me aportan y la pereza de buscarlas y ponérmelas.
Las ventas del primer año de las gafas de Apple no están siendo muy allá. Por los testimonios y los resultados parece que se unen la ausencia de una killer app (Meta intenta que sea lo social, el metaverso, de momento las Quest son una máquina para jugar) con dispositivos caros y aparatosos. Quizás sea cuestión de tiempo, de que los desarrolladores den con un caso de uso insospechado, de que los dispositvos mejoren y se abaraten.
En todo caso, creo que hay una confusión habitual entre que algo resulte espectacular y llamativo frente a que realmente acabe integrado y aceptado como un hábito.
Hay algo más. Con Pedro Aznar conversaba hace poco en Las Charlas de Applesfera sobre las novedades en IA de Apple y en un momento dado del podcast le plenteé que quizás el problema con las Vision Pro no es tanto de ejecución sino de visión, de leer el momento que estamos teniendo con la tecnología.
Cuando escribí por aquí sobre las gafas en “Las Vision Pro de Apple son lo más metaverso que se ha creado hasta ahora” señalaba como la propia empresa destacaba en la promoción momentos que nos escandalizan: el padre con las gafas puestas mirando como juegan los hijos, la locución explicando que no te aislan mientras personas con el dispositivo y sin él conviven.
También tenemos el anuncio aplastando un montón de instrumentos, objetos y creaciones humanos para sustituirlos por el nuevo iPad. Las reacciones a la contra generalizadas creo que no son para nada lo que esperaban en la carta.
Hay quien se extraña ¿cómo un anuncio pasa por un proceso en el que nadie entre decenas de personas señala que esto era un disparate? Ni ésto ni la promoción de las Vision Pro son un problema de comunicación y marketing. Los mensajes de Apple son consistentes con el imaginario dominante desde la época en la que triunfa iPhone: la tecnología digital es potenciadora y empoderadora, ayuda a crear y a conectar, te impulsa y te libera.
Pero ya no estamos en ese momento. Como en un movimiento pendular habitamos la reacción a la contra. La tecnología digital también nos aliena y nos espía, nos resulta esclavizante, nos hace adictos, nos deshumaniza y es extractiva de nuestro arte y conocimiento.
Podría ponerme unas gafas de realidad mixta para estar en casa con la familia o en las reuniones entre amigos, pero que ese planteamiento nos resulte tan contrario al sentido común nos indica que ideológicamente Apple se ha quedado en el mundo del pasado. No queremos más relaciones humanas ni con el mundo intermediadas mediante tecnología. Y la realidad aumentada / virtual es esencialmente eso.
Es realmente difícil crear un nuevo hábito. Y más si no lees bien el momento de la opinión pública como creo que le está sucediendo a Apple
Leyéndote me acuerdo del primer año de Universidad, cuando precisamente nos explicaban cómo la tecnología no sólo necesita avanzar, sino encontrar su "killer app" que lo hiciera rentable y acelerara su implementación. El ejemplo por excelencia en aquel momento (año 2000) era el SMS, esa genialidad que permitió que las empresas de telecomunicaciones se forrasen durante años simplemente utilizando un cacho de ancho de banda que las llamadas no necesitaban.
Ya en aquel momento se discutía qué sería lo siguiente. La mensajería instantánea en los móviles y la videollamada eran dos cosas que ya se barajaban en el mundo de las telecomunicaciones, pero ambas necesitaron que llegase ese momento en el que por fin tuvieron sentido. Whatsapp llegó justo a la par que la generalización de Internet en el móvil (antes y después hubo otras empresas de mensajería, pero no llegaron en el momento adecuado). Para lo segundo, primero apareció tímidamente Facetime, pero la pandemia de Covid fue lo que realmente disparó el uso de las video llamadas.
Yo con las gafas de realidad virtual llevo tiempo pensando que sí que hay una posible killer app que las popularizará en 5 - 10 años: las visitas inmersivas a ciudades turísticas. Habrá muchos que seguirán viajando, cada vez a un coste mayor. Muchas otras personas encontrarán alternativas haciendo visitas virtuales, mucho más económicas y asequibles. No será la misma experiencia, pero sí que será una experiencia que marque ese punto medio que cada vez hace más falta entre el turismo sostenible y la popularización del mismo (el proceso, según lo imagino, tendrá varios pasos y será lento, pero creo que llegará de forma inevitable).
Yo soy más lento que tu probando algunas cosas nuevas. Pero hace unos meses me regalaron unas Quest 2. No les he podido dedicar el tiempo que desearía, pero veo algunas aplicaciones que las harían destacar si alguien pensará en ello. Una de las que en el Internet gris más se ven son los vídeos 3D. Una vez localizas una comunidad con vídeos inmersivos, muchos adaptaciones de películas actuales ves un montón de gente usando las gafas. En mi casa mi hijo flipa con esa función. Ya piensa que con un modelo superior con mejor resolución podría pasar del televisor.
Por mi parte me ha gustado mucho la posibilidad de usar el PC desde dentro del sistema mediante el acceso de escritorio remoto. La aplicación oficial de Meta me parece floja, pero un par de aplicaciones comerciales las veo muy interesantes. Pero para usarlas de verdad me falta también algo más de resolución. Pero unas gafas con un hardware potente y que fuesen cómodas de llevar encima serían ideales para trabajar virtualmente desde casa, aquí si veo una aplicación asesina a poco que alguien sea capaz de integrar bien la realidad virtual con un sistema de oficina virtual mezclando el entorno real físico con los que están desplazados.