Tik Tok es la televisión: imaginemos que desde China manejan Mediaset y Atresmedia
El asunto crucial es que TikTok es la televisión y su programación es arbitrada algorítmicamente y también moderada proactiva y reactivamente
Desde Europa uno ve con sorpresa que un miembro de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos, Brendan Carr, haya solicitado a Apple y Google que retiren TikTok de sus tiendas de aplicaciones. El asombro viene del hecho de que uno espera que sea dicha Comisión quien formule reglamentos o plantee leyes al congreso y no que sus miembros vayan haciendo peticiones cuyo cumplimento, a corto plazo, suenan como un tiro en el pie de quienes tendrían que eliminar la aplicación más descargada y más utilizada por sus clientes
Carr es un comisionado republicano que llegó al puesto durante la administración Trump, algo que en el ambiente político actual del país norteamericano contamina todo el debate. En su carta a Apple y Google afirma que TikTok “funciona como una herramienta de vigilancia sofisticada que recolecta grandes cantidades de datos personales y confidenciales”.
En la misiva el comisionado enumera diferentes formas en que, a sus ojos, las prácticas de TikTok han incumplido supuestamente las políticas de las tiendas de aplicaciones de Apple y Google. Carr también cita una exclusiva de Buzzfeed News de principios de este mes en la que Emily Baker-White afirmaba haber contrastado que empleados de China habían accedido a los datos de TikTok en Estados Unidos.
La postura de Carr es un regreso a las posiciones de Trump sobre TikTok y China. Allá por agosto de 2020 firmó una orden ejecutiva que obligaba a ByteDance- la empresa creadora y dueña de la aplicación de vídeos, bailes y señores que se preparan tremendos bocadillos - a cerrar sus operaciones en el plazo de 90 días. La única solución para los chinos era vender (aunque lo camuflaran como una asociación) las operaciones en Estados Unidos a una empresa local. Microsoft y Oracle pujaron por la operación, con victoria aparente de ésta última
Mientras Bytedance recurría a la justicia, llegó Biden y mandó parar. Ya no tendrían que vender la división EEUU a una empresa local y así hasta hoy, cuando el hecho de que sean empleados en China quienes accedan y tomen decisiones sobre los usuarios estadounidenses ha vuelto a poner el debate sobre la mesa
Es probable, sin embargo, que estemos ante el debate equivocado con TikTok. El motivo es que hemos llegado a un estadio de mitificación del poder de los datos. “Son el nuevo petróleo”, “lo saben todo sobre ti”, “ te conocen mejor que tu madre”, “con ellos te pueden influir como quieran”. Mentira, mentira, mentira y mentira. O, si lo queremos expresar de manera menos agresiva, hipérbole tras hipérbole
Cuando las cosas se han puesto duras en la economía con la inflación y la guerra, a las empresas tecnológicas les tiemblan las piernas mientras las petroleras mandan; no hay que más que asomarse a la publicidad “personalizada” para desmentir lo que nos conocen (hay alguna tan poco optimizada que tras comprarme una silla de escritorio parece pensar que voy a comenzar una colección de decenas de sillas y me persigue por todo internet); el gran coco omnipotente de los datos de los usuarios, Facebook, es tan capaz de influirnos que no consigue siquiera que nos quedemos a usarlo. Cada vez más empezamos a soltar el pie del acelerador en lo de culpar de muchos de nuestros males a las plataformas sociales
Ni el extremo de ser naif y pensar que todo esto no tiene importancia, ni el otro extremo - casi siempre adoptado por analistas que tienen, por así decirlo, un conocimiento bastante limitado de la tecnología - que concluye que tener la base de datos más grande del planeta te convierte en una suerte de Thanos. Los datos por lo general tiene un valor muy limitado en el tiempo y el contexto: que TikTok pueda asociarme a que me interesan los grandes bocatas y el nerdismo de gente que repara Spectrums de los 80 apenas le permite mejorar su programación y segmentar la publicidad. Agregando a millones le da mucho más valor pero exageramos mucho si concluimos que con todo eso pueden “socavar la democracia” como hemos llegado a leer.
De hecho el punto crítico con Tiktok no está en la capacidad de almacenar datos, ni siquiera que estos se almacenen y se accedan sólo en los países locales y no viajen a China. El asunto crucial es que TikTok es la televisión y su programación es arbitrada algorítmicamente y también moderada proactiva y reactivamente.
Cuando se apunta a que es un algoritmo quién decide la programación de vídeos que se enseñan al usuario se puede caer en el error de presumir cierta neutralidad. No es así, pensemos que muchas veces se “toca” lo que produciría el algoritmo para evitar resultados no deseados o potenciar los que se buscan: el sistema puede estar optimizado para maximizar la permanencia del usuario pero a la vez no se quiere que sea gracias a contenidos con desnudos o en los que se enseñe mucho cacho, también se puede dar que se quieran evitar por cualquier motivo temas espinosos como la gente que habla de la guerra o conflictos (de género, ecologistas, los que sea) porque se busca un contexto de diversión y no de polémica
Con el caso de China tenemos una situación adicional, sabemos que cualquier empresa en última instancia está sometida a su gobierno con un grado de intervención enorme. Sea obedeciendo órdenes o sea anticipando que les puedan cortar la cabeza a sus directivos, Bytedance tiene incentivos para alinearse con Xi Jinping
Las plataformas muchas veces están en la búsqueda de crear un escenario propicio para los anunciantes. La empresa de bebidas refrescantes o la de cruceros no quieren estar en un contexto negativo o de conflicto. Esta maximización de los ingresos acaba pareciendo menos negativa que el hecho de obedecer a la agenda política de una potencia que no sólo rivaliza, sino que plantea un panóptico de control social sobre la población
Si de la noche a la mañana Atresmedia y Mediaset pasasen a manos de una empresa oriental se dispararían todas las alarmas. O, dado que nuestra opinión pública muchas veces se enciende más con los temas de actualidad en Estados Unidos, pensemos que FOX, MSNBC y CNN pasaran a manos chinas. De hecho si miramos las audiencias de estos canales vemos que los programas en prime time tienen cifras bastante pobres para un país de más de 300 millones de habitantes. En muchos temas el mainstream ha dejado de pertenecer a estos grandes medios, por mucho que conserven una gran influencia política. Es por ello que una de las grandes sorpresas para cierto público se produce al percatarse de que hay corrientes política e ideológicas crecientes y que han sido incapaces de detectar porque no se parecen en nada a lo que ven en La Sexta
TikTok no es una “red social”, lo dicen ellos y lo hemos analizado anteriormente. No va de qué cuentan tus amigos, siquiera con nuevos conocidos de internet, y comunicarte con ellos. Es más, empieza a ser un buscador como lo llegó a ser Youtube. Como escribía Matthew Yglesias, “No habríamos dejado que la URSS comprara una cadena de televisión”. Uno de los mayores problemas para Estados Unidos para afrontar este debate - nosotros iremos detrás - estriba en la dificultad de empezar un discurso con palabras que todavía suenan tabú, “En esto al menos Trump tenía un poco de razón”
Imagen: Tretoko con dall-e 2
Publicado originalmente en Retina
Muy bueno.
Estoy de acuerdo contigo en que se exagera el "poder de los datos" y de eso hemos sido responsables algunos años, con esas frases tan rimbombantes de los datos son el nuevo petróleo.
Pero así como en lo que respecta al valor comercial de los datos de redes sociales estoy en la Recuenco School y pienso que no es para tanto, que las segmentaciones y la capacidad predictiva dejan mucho que desear y que en el fondo son cosas muy básicas, con el tema político sí creo que Facebook (IG, WhatsApp etc.) y TikTok tienen una influencia complicada de medir y más gorda de la que pensamos.
Las famosas cajas de resonancia, efectos burbuja y demás cosas de las que llevamos ya hablando 10 años han llegado ahora a su apogeo.
Ahora que (prácticamente) toda la población consume noticias a través de su círculo nos encontramos cada vez a más gente que solo lee lo que le enciende y eso influye en la polarización.
Y controlar (al menos hasta cierto punto) el alcance de determinados contenidos, puede influir en la opinión pública.
Anécdota personal: en TikTok me he encontrado un subgénero muy curioso: americanos criticando Estados Unidos y metiéndose con el sueño americano. ¿Hay algún plan detrás o es una mera casualidad? Probablemente lo segundo. Pero no descartemos lo primero.
Al igual que el cine y la televisión moldearon la cultura occidental en la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI, TikTok (y sucedáneos) podrían cumplir parte de este cometido.