Una tecnología que parte la vida en dos
Para los profesionales creativos de la generación X, la digitalización ha desembocado en una crisis profesional. Es probable que la inteligencia artificial haga lo mismo con la gen Z.
La generación X enfrenta la realidad de haber crecido y formado sus carreras en un mundo para luego encontrarse en la mediana edad en otro completamente distinto.
Al menos los que apostaron por profesiones en las industrias creativas. Aquellos que empezaron a trabajar en los 90 y los 2000 se enfrentan a una crisis profesional en la madurez.
El cambio tecnológico que transformó radicalmente sus disciplinas ha sido la revolución digital. Es internet en última instancia con los cambios en los modelos de consumo y distribución, de los modelos de negocio, pero también la innovación software en las herramientas y procesos.
Es la tesis de un artículo muy oportuno de Steven Kurutz en The New York Times, que recopila varios testimonios:
Periodistas de revistas que vieron desaparecer sus publicaciones y se encuentran que el panorama de medios digitales tiene una economía muy diferente.
Fotógrafos y publicistas cuyas tarifas y oportunidades se desplomaron con la fotografía digital y el auge de los influencers.
Directores de cine y TV que ven cómo incluso trabajos publicitarios que antes pagaban las facturas ahora escasean.
Por una vez creo que podemos disculpar la perpetración del género periodístico “contemos tres o cuatro casos y finjamos que son representativos”. Cualquiera dentro o cerca de estas industrias sabe que hay una base real dura para este discurso y que las ideas de “estar siempre aprendiendo, abierto al cambio y formándote” son fruto y consecuencia de la misma.
Hay un cambio tecnológico que acaba directamente con una profesión. En otras ocasiones se trata de una transformación paulatina pero decidida: cada vez menos empleos, cada vez la demanda se desplaza hacia habilidades que no tienes, cada vez se paga peor.
Lo primero es ser ascensorista, lo segundo es empezar tu carrera dedicado a la dirección de spots publicitarios de alto presupuesto y meses de trabajo y acabar en un mundo en el que las campañas se hacen en TikTok, duran 15 segundos y hay una semana para crear, lanzar y medir.
El resultado es que muchos miembros de la generación X de la industria creativa, ahora en sus 40 y 50 años, se encuentran desplazados, con carreras estancadas, desempleados o forzados a cambiar de profesión. Y no es fácil reinventarse a los 50, sobre todo en sectores en los que prima la cultura juvenil.
Hay un coste económico y otro emocional. La crisis profesional en la mediana edad supone también dejar una vocación que proporciona satisfacción y un sentido de identidad. Es esa suerte de melancolía que desprende, por momentos, la pieza del NYT.
Todo esto es, por supuesto, sólo una parte de la historia. La misma revolución digital ha permitido a muchísimos otros practicar las disciplinas creativas, darse a conocer, poder dedicarse a ellas. No creo que haga falta subrayarlo demasiado a los lectores de este blog.
Los que hemos estado del lado de la transformación en estas industrias tenemos una buena oportunidad de recibir una cura de humildad. Sea por la apuesta personal de uno, sea porque a posteriori todo parece mucho más obvio, es fácil señalar a esta clase de maduros creativos y recetarles que deberían haber estado más atentos, más abiertos al cambio.
El caso es que tenemos otra tecnología con potencial de partir las carreras en dos, la inteligencia artificial. ¿Y cuál será la receta ahora? Formarse y empezar a adoptarla parecen los consejos obvios. Pero las grandes apuestas profesionales resultan más difíciles de responder.
Si hay que invertir años en una carrera. Si especializarse o buscar ser más generalista. Si profundizar en lo digital y virtual o mejor apostar por lo analógico. Si optar por ir por libre, o dentro de una estructura. Y si es lo segundo ¿mejor startups o gran corporación?. ¿En qué profesiones habrá más demanda y mejores sueldos?.
¿Qué haríamos si tuviésemos que apostar la vida profesional ahora? Estamos en el momento en el que, si somos honestos intelectualmente, toca reconocer que no sabemos. No ya el impacto de la inteligencia artificial en el empleo, las cadenas de valor y las carreras profesionales. Si no directamente hasta dónde va a llegar esta tecnología. Si se quedará en un ayudante para optimizar algunos procesos y pergreñar prototipos o si vamos a un mundo en el que la inteligencia artificial hace mejor que tú cualquier tarea intelectual.
Para los generación X que estén leyendo esto, os dejo la banda sonora apropiada para la situación:
“Es el fin del mundo tal y como lo conocemos
Es el fin del mundo tal y como lo conocemos
Es el fin del mundo tal y como lo conocemos y me siento bien” REM, 1987
Imágenes: Antonio Ortiz con Freepik Pikaso y ChatGPT
Las revoluciones son buenas para la humanidad en general, pero muy malas para algunos humanos concretos.
A veces pienso si no nos habremos pegado un tiro en pie. Hemos destapado la caja de Pandora con consecuencias imprevisibles. Hemos hecho algo estúpido con la IA, ya que no está claro dónde residen su beneficios, solo tenemos promesas y burbujas. Las empresas que las desarrollan pierden dinero a espuertas. Las empresas que las implementan, pocas, han de invertir e iterar continuamente con resultados inciertos. Lo real es una tecnología generativa que está arrasando industrias, trabajadores y sobre todo, conocimiento. ¿Donde encontraremos dentro de 20 años un acurelista que domine la delicadeza de esa técnica? Ese saber, esa maestria desaparecerá en favor de la velocidad, de lo rápido y barato. Pero el arte no desaparecerá, podrás argumentar; no, no desaperecerá, quedará relegado a hobby de las élites que puedan permitirse dedicar el tiempo improductivo necesario para adquirir la maestria de un oficio ¿diez mil horas, eran? Solo los oficios manuales parecen sobrevivir, mas bien escasear y la perspectiva de futuro es sombría; los que saben, se están jubilando y los jóvenes no tienen interes en aprender oficios, es mejor ser influencer y perseguir la fama en la red social. No tengo ni idea, pero todo parece indicar que nos dirigimos a un tecno feudalismo donde una élite controlará la tecnología, y con ella todo lo demás, mientras que para el resto de la humanidad, pan y circo, donde nosotros mismos somos el circo.