Sobre la inutilidad de la etiqueta “se ha usado IA para crear esta obra”
También: el gran dilema de las empresas de inteligencia artificial; Contra la visión fatalista de la IA en educación; lo que define tu realidad en el mundo actual
Hoy venimos con varios temas y recuperamos el formato de “tendencias en tecnología e inteligencia artificial”.
El "cono de incertidumbre" es el gran dilema de las empresas de inteligencia artificial
Dario Amodei utiliza el concepto del “cono de incertidumbre” para intentar que los espectadores de la entrevista que le hacen en el NYT entiendan el dilema financiero que enfrentan las empresas de inteligencia artificial hoy en día. No sabe cuánto van a crecer los próximos años (lo están haciendo multiplicando por 10 los últimos tres), así que, aunque no esperes mantener ese ritmo, persiste la incertidumbre sobre la demanda futura.
Al mismo tiempo tenemos que la construcción de centros de datos tiene un plazos de espera de uno a dos años, así las empresas de inteligencia artificial deben comprometer miles de millones de dólares en capacidad de cómputo basándose en proyecciones de ingresos futuros que desde luego no están garantizadas, creando un rango de resultados posibles que se ensancha (como un cono) a medida que miramos hacia el futuro.
El riesgo dentro de este cono es doble: si una empresa invierte poco, corre el riesgo de no poder atender a sus clientes y perderlos frente a la competencia; pero si invierte demasiado y la demanda y los ingresos no crecen en la misma proporción, la compañía podría quebrar. Esta necesidad de apostar, reconoce Amodei, es especialmente peligrosa porque los costes de los centros de datos son inmensos y los márgenes de beneficio - aunque potencialmente altos en el segmento empresarial en el que Anthropic se está centrando - pueden ser insuficientes para cubrir un error de cálculo en la magnitud de la demanda.
Contra la visión fatalista de la IA en educación
Por fin he encontrado un académico que piensa la inteligencia ha cambiado a mejor sus clases. El profesor de literatura inglesa Carlo Rotella en The New York Times defiende que introducir pequeños cambios - dar más peso a los exámenes en papel, reforzar la dimensión presencial del aula y centrarse en enseñar el proceso de escritura en lugar de evaluar solo los resultados - ha generado cursos “resistentes a la IA” que los estudiantes encuentran más estimulantes.
Claro que el caso de Rotella no es el que afrontan muchos otros profesores de institutos y colegios. Para ellos trajimos a monos estocásticos a Tíscar Lara, coautora junto a Carlos Magro de “IA y educación” (Amazon, Todos tus libros) y charlamos largo y tendido en este episodio.
Sobre la inutilidad de la etiqueta “se ha usado IA para crear esta obra”
Desde el año pasado, Steam permite publicar la gran mayoría de juegos que usan inteligencia artificial siempre que el estudio lo declare y se haga de forma transparente con los usuarios. Es una postura contestada por su competidor, Tim Sweeney de Epic: no tiene sentido que las tiendas de juegos obliguen a esta marca porque “la IA estará involucrada en casi toda la producción futura”
Y luego dobló la apuesta, afirmando que el etiquetado facilita “campañas de cancelación” y “review bombing”, y que Valve está confiscando oportunidades a pequeños desarrolladores al crear nuevas categorías de estigma.
Me da la impresión de que con el “contenido” (lo digo sin ánimo de devaluarlo, me refiero a cualquier texto, vídeo, música, imagen o videojuego) estamos transitando a una especie de demanda de etiquetado como los alimentos. Hay muchos ciudadanos que quieren tener agencia a la hora de consumir ese contenido si “se ha hecho con IA” ya sea por motivos de calidad percibida, por el entrenamiento sin permiso, o por impacto laboral.
Pero tal como lo plantea Steam me parece un error: cualquier desarrollador software ya utiliza asistentes de inteligencia artificial. Lo mismo podemos decir de la gran mayoría de herramientas de creación digital. Y creo que es muy oportuno diferenciar grados: no es lo mismo pedir a ChatGPT que escriba este artículo (no lo he hecho) que utilizar la IA para traducir una fuente o que me localice el minuto en un vídeo cuya frase quiero citar (esto sí que lo hago). ¿Debo marcar mi artículo como “generado con IA” entonces?
Spotify, por ejemplo, está pidiendo a las distribuidoras que las canciones indiquen en los metadatos dónde intervino la IA en un tema, de forma granular: voces, instrumentación o postproducción. Idealmente el usuario podría llegar a tener capacidad de filtrado en función del grado de uso de inteligencia artificial, aunque no creo que vayan a complicar demasiado la experiencia.
Con este tema tenemos un problema adicional. Conforme la inteligencia artificial generativa mejore, declararlo puede convertirse en un impuesto a la honestidad y transparencia del creador. No creo que haya una solución fácil, pero sí que la postura de Steam ahora mismo es demasiado binaria.
Tu realidad ya no la definen las noticias sino los vídeos que ves, los pódcasts que escuchas, la gente a la que sigues en redes sociales
“Tu realidad —cómo ves el mundo— ya no la definen ‘las noticias’. En su lugar, la modelan los vídeos que ves, los pódcasts que escuchas, la gente a la que sigues en redes sociales y conoces en persona, y el periodismo que consumes. Hemos entrado en un periodo en el que cada persona tiene su propia realidad individual, normalmente basada en la edad, la profesión, las pasiones, la política y las preferencias de plataforma”. Jim VandeHei, cofundador y CEO de Axios.
Breves:
Javier Pastor en Xataka sobre LG instalando Copilot en sus televisores y la imposibilidad de desinstalarlo. Es asombroso lo que Samsung y LG están haciendo por empeorar la experiencia de sus clientes.
Fernando Polo y Carlos Corredor en Rebel Intel “La ola de la IA generativa no solo ataca la monetización de la industria de medios de comunicación; fuerza una redefinición de valor. La autenticidad, y no el alcance, es el activo estratégico en la era del contenido infinito.”.
Peter Reinhardt, emprendedor hardtech climática en EE. UU, ha escrito un artículo que ilustra muy bien en qué consiste el riesgo de acabar en regímenes regulatorios rígidos, lentos y burocráticos.
M. Mcloughlin en El Confidencial con una estupenda entrevista a Tano Santos.
Así funcionaba una fábrica de webs baratas que exprimía el kit digital: “Me pagaban 61 céntimos por cada web, pero dejaron de hacerlo”. Jordi Pérez en El País.
Imágenes: Antonio Ortiz con Freepik




