Querido librero: quien te diga que por tus consejos vas a seguir teniendo negocio, se equivoca
"Dos librerías se cierran cada día en España" recogía hace poco El País:
...cada día se cierran 2,5 liberías...la caída en las ventas no se detiene: en concreto un 18% desde 2011, o lo que es lo mismo, un descenso de 870 millones de euros a 707 en el volumen de facturación durante 2014. Esta situación se suma al SOS lanzado en febrero por los editores, en un país donde el 55 % de la gente no lee nunca o solo a veces.
Merece la pena leer la pieza entera, aún a partir de esta aparente contradicción final (los datos de este año corresponden al mismo país en el que se facturaban 160 millones más hace 12 meses, no parece que lo del "55% de gente que no lee casi nunca" tenga mucho que ver con el cambio que nos ocupa)
Luego pasaría a esta otro artículo en El Confidencial, "Valientes, suicidas o ¿libreros?":
Porque no todo es libro, ni todos son lectores. La nueva vida de las librerías reclama la atención del público para captar lectores. La reinvención es la acción, la reunión, la comunidad, el grupo. Las nuevas nacen como un álbum de cultura expandida, en todas sus formas –desde el teatro a la música, pasando por las artes plásticas-, con un mismo punto de partida: el libro. Antes, nacían y morían en él, ahora lo trascienden. Lo traicionan, para poder seguir viviendo de él. Venden libros, pero sus reclamos se multiplican. Ya saben aquello de las gambas que hay que comer para llevar lentejas a casa.
Es un tema recurrente, llevamos años anticipando el problema del futuro de las librerías, que pasa invariablemente por no ser sólo librerías, algo que hemos debatido en más una o dos ocasiones.
El caso es que el problema que "resolvían" las librerías ya está mejor resuelto. Hay tiendas online que tienen más stock y catálogo, que ofrecen digital o papel, que envían gratis a casa. Podemos discutir sobre el impacto mayor o menor de la piratería, de lo malos que son los españoles con el comercio pequeño y de lo que amamos los centros de las ciudades y los barrios repletos de librerías, pero el tema de fondo va a seguir siendo el mismo.
Ante esta coyuntura no falta la típica voz salvadora, "nada como la recomendación de un librero que te conoce", una tentación para los que tendemos a tener una visión romántica del libro y sus templos. Pero es un espejismo, no es real, y los números lo demuestran. La recomendación y la personalización tampoco van a ser la ventaja del pequeño librero, de nuevo el conglomerado de medios, boca oreja y recomendaciones algorítmicas ofrecen más valor.
El debate, partiendo de que lo anterior es cierto, es si queda un espacio para las librerías. Quizás no para tantas como teníamos hace cinco años, pero existe, lo venimos comentando hace años y el artículo de El Confidencial da algunos ejemplos en la línea que venimos apuntando: lo que pueden tener de ventaja respecto a una tienda online y el libro digital es la experiencia. No pueden ser un sitio sólo que despacha libros, tienen que ser un lugar donde vamos a hacer algo: ver una exposición, tomar un café o un vino, escuchar a alguien interesante, y además, a comprar libros; no pueden ser un espacio vulgar con libros apilados cual chatarrería (por favor, libreros malagueños), deberían aspirar a que deseemos ir, a que se disfrute estando allí.
Y por último, no quería dejar de recordar que un día las editoriales se pueden quedar a solas con Amazon y lamentarán no haber ayudado más al librero. Lo lamentaremos todos los que hemos memorizado los rincones queridos de nuestra ciudad por la librería que nos gusta de ellos.
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