El New Yorker aceptó ayer uno de esos trade-offs que los editores enfrentamos de vez en cuando. Un titular hiperbólico, un artículo mediano, una firma con tirón y un desarrollo que para nada justifica el puñetazo que pega en el encabezado: el final de Twitter
Hay algo que, todavía, sólo tiene Twitter
Hay algo que, todavía, sólo tiene Twitter
Hay algo que, todavía, sólo tiene Twitter
El New Yorker aceptó ayer uno de esos trade-offs que los editores enfrentamos de vez en cuando. Un titular hiperbólico, un artículo mediano, una firma con tirón y un desarrollo que para nada justifica el puñetazo que pega en el encabezado: el final de Twitter