Darth Vader es sólo el principio, se viene un mundo de millones de contenidos diarios generados por inteligencias artificiales
La gran pregunta no es si se podrá hacer, sino si nos gustará o si no acabaremos en una suerte de valle inquietante
Durante 40 años James Earl Jones ha sido la voz de Darth Vader en su versión original. Ahora que por fin se retira, Disney no ha considerado necesario realizar un casting para su sustitución. Con las grabaciones de todos estos años y tecnología de inteligencia artificial - utilizan el servicio de los ucranianos Respeecher - los espectadores de las futuras apariciones del comandante del Gran Ejército del Imperio Galáctico seguirán escuchándole. Incluso sonará más joven, similar a sus primeras apariciones y no tanto a la voz madura de Earl Jones en Rogue One
El asunto resulta noticioso por afectar a uno de los grandes personajes icónicos del siglo XX, pero la utilización de tecnología para conseguir la aparición de actores y actrices retirados o fallecidos lleva años con nosotros. Sonado fue ver a Marlon Brandon en Superman Returns en 2006 dos años después de su muerte. Carrie Fisher y Peter Cushing en la saga de Star Wars, Lola Flores en la famosa campaña publicitaria de hace unos años o, mi anuncio favorito con esta técnica, el presentador que “anticipó” el documental “The Last Dance” décadas antes de su rodaje.
Al principio los estudios tiraban de CGI y metraje rodado previamente por el actor a “recrear”, pero en los últimos años y en los trabajos más finos hay una utilización cada vez más intensa de inteligencia artificial para crear estos “deepfakes”. En un negocio en el que las caras conocidas venden entradas y en el que cada vez se apuesta más sobre seguro, la inversión económica en tecnología que estire la vida útil de las estrellas aparece como rentable.
La preocupación en el sector lleva tiempo creciendo, como en todos los empleos afectados por el cambio tecnológico. Tanto es así que el sindicato británico de creativos Equity lanzó una campaña hace meses llamada “Evita que la Inteligencia Artificial robe el show”. Sus reclamaciones se centran en un punto crucial: los intérpretes deben de ser dueños de las futuras recreaciones de su trabajo con IA, tanto a la hora de dar el permiso para hacerlas como a la de reclamar un pago justo por ellas. Al igual que en otras profesiones creativas, veremos herederos del artista gestionar y explotar su legado.
Hay un uso de este tipo de tecnologías en el cine que deja entrever hacia dónde soplan los vientos de futuro. Algo que interesa mucho a las productoras es aplicar una suerte de filtros “anti envejecimiento”, es decir, contar con actores actuales viejos en su versión rejuvenecida. El punto interesante es que en casos como el cameo de Luke Skywalker en The Mandalorian como en las actuaciones de Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci en El Irlandés, técnicos de efectos especiales independientes han mejorado los resultados de Disney o Netflix utilizando herramientas libres o gratuitas
Es aquí donde creo que está el interés de cara a futuro y no tanto en la voz de Darth Vader. Se trata de la mal llamada “democratización” - yo más bien diría “abaratamiento” - de los servicios y tecnologías que permiten crear contenidos con IAs. Hemos hablado por aquí de las IAs generativas para imágenes, tenemos herramientas para crear textos a partir de un comienzo, tenemos primeras versiones de proyectos “de texto a vídeo”. Cada vez el trabajo desde la idea al contenido resulta más fácil, más barato y más rápido. Pronto el crear vídeos sin rodar, con rostros que nos parezcan humanos y efectos notables dejará de ser exclusiva de grandes estudios o agencias publicitarias.
Para intentar adivinar la aplicación de estos desarrollos deberíamos seguir el rastro del dinero. En ocasiones la incorporación de la inteligencia artificial se puede producir desde la plataforma y no por el creador. Así TikTok tiene varios proyectos en torno a la música creada con IA, una por la que no pagaría royalties: el negocio mejora cuando los virales se hagan con canciones que le cuestan 0 a la plataforma en lugar del último éxito de Rosalía
En otras se trata del abaratamiento de costes, el aumento de productividad o la explosión creativa. Una agencia que de repente renuncia a las fotos de stock de pago, un “copy” que empieza a usar GPT-3 para contenido de bajo nivel, un youtuber que no tiene presupuesto para producciones avanzadas y encuentra en la IA la posibilidad de trascender el formato “me siento en mi habitación y hablo a la cámara”
Un aspecto crucial en esta generación de contenidos mediante IAs es que vamos a asistir a un enorme aumento en la cantidad y en una sofisticación a la hora de plantearlo. Un informe de Europol citaba a “expertos” que predicen que para 2026 el 90% de los contenidos será generado “sintéticamente”. Añadiría: será posible automatizar la creación de miles de textos, fotos y vídeos, lanzarlos a las plataformas, medir y retroalimentar el proceso con las métricas que indican cuáles han tenido más éxito.
La gran pregunta no es si se podrá hacer, sino si nos gustará o si no acabaremos en una suerte de valle inquietante. Al margen de los problemas evidentes que se generan cuando se cruzan creación ilimitada de contenidos con desinformación y deepfakes, queda la duda de si el papel que queda a los humanos lo reclamaremos. La ideación de qué quiere contar ese vídeo, esa imagen y ese texto. Si nos rebelaremos ante la propuesta de que sea también la máquina quien anote los trending topics, las tendencias de búsqueda y lo que tiene audiencia para elegir qué debe ser creado
Venimos contando que la supremacía de TikTok como plataforma frente a Instagram y otras tiene que ver en gran medida con su funcionamiento: la experiencia no depende de a quien sigas, sino de cómo sus algoritmos aciertan que te va a gustar. En un mundo repleto de millones de contenidos generados al día por inteligencias artificiales capaces de optimizarlos para cualquier algoritmo, parecemos condenados al papel de ojos pasivos, entretenidos siempre, con el “engagement” por las nubes y la agencia propia por los suelos
Imagen cabecera: Antonio Ortiz con Stable Diffusion
Publicado originalmente en Retina