¿Son arte los videojuegos?
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La decisión del MoMA de "adquirir 14 videojuegos" en anticipo de la colección de 40 que esperan tener va a desencadenar a buen seguro un largo debate sobre si los videojuegos pueden ser considerados arte o no y cómo afrontarlos o etiquetarlos.
Por supuesto, hay voces que ponen el grito en el cielo, casi siempre desde la perspectiva de que el arte precisa de una visión personal, una reacción individual al mundo y la vida (Jonathan Jones en The Guardian ejemplifica este punto). A servidor siempre le han parecido incompletas estas concepciones del hecho artístico, toda vez que el proceso creativo no termina con la obra sino que sólo empieza entonces y continúa con la experiencia individual de la misma, que es así mismo, creativa. Algo que, de entrada, no me parece que se incumpla a priori con un videojuego.
En todo caso, no tengo una opinión fuerte sobre si el videojuego debe ser considerado cultura, arte o una cosa diferente. A veces me ha dado la impresión de que en el sector hay cierto complejo, cierto interés por buscar una profundidad y una dimensión trascendente donde no la hay; a la vez que en el mundo de la "cultura oficial" hay un desdés, ese esnobismo tan habitual en personajes de las humanidades a la que han aplaudido demasiado y que se traducen en posturas tan ridículas como las del crítico de The Guardian, escandalizado por que un profesor universitario dedique tiempo a los videojuegos.
Para mí lo más interesante de colección del MoMA de videojuegos va a ser el debate sobre qué títulos se seleccionan y por qué, cuáles se considera desde el museo de arte moderno más importante del mundo que son los juegos que han marcado y hecho historia. En la selección inicial reconozco títulos históricos... pero también grandes ausencias.
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