Se está valorando la inteligencia artificial como si fuese a automatizar millones de empleos de cuello blanco
Si OpenAi es valorada en 100.000 millones de dólares no es simplemente por permitir chatear con algo que parezca muy listo, tener novias virtuales o crear memes al estilo Pixar
Anthropic está tratando de recaudar 750 millones de dólares a una valoración de 15.000 millones de dólares en una ronda liderada por Menlo Ventures. Prevén al menos 850 millones de dólares de facturación el próximo año.
OpenAI por su parte está en conversaciones para recaudar nuevos fondos con una valoración de 100.000 millones de dólares. Si lo consigue, se convertiría en la segunda startup estadounidense más valiosa por detrás de SpaceX.
A estas dos noticias sumaría un buen puñado de análisis de grandes consultoras con sus predicciones sobre le impacto de la inteligencia artificial en los próximos años.
McKinsey cree que la inteligencia artificial generativa podría suponer entre 2,6 y 4,4 billones de dólares anuales en 63 casos de uso en el sector financiero. Ojo, son billones “españoles” (la consultora apunta a trillions anglosajones).
Morgan Stanley estima que la IA puede impactar al 25% de los trabajos de USA “en los próximos tres años”
Por anclarlo en referencias pasadas: las mejoras en agricultura de la primera mitad de siglo se comieron el 45% de los trabajos. En el caso de las hojas de cálculo desaparecieron el 25% de los trabajos de contable, pero aparecieron otros muchos relacionados.
Forrester apunta a que el 71% de las empresas está experimentando con casos de uso reales para la IA generativa (genAI). “Entre julio y septiembre de 2023, el número de empresas que se encuentran en las fases de experimentación y expansión de la implementación de genAI saltó del 62% al 71%, lo que representa una de las tasas de adopción masiva más rápidas de una nueva tecnología en la empresa”.
Es en un post del CEO de Forrester donde encontramos un mejor retrato del estado de ánimo empresarial-tecnológico:
“El momento es ahora. Las empresas y los equipos directivos no pueden esperar. La oportunidad es demasiado importante y las curvas de aprendizaje son demasiado pronunciadas para ignorarlas. Inicie el proceso de convertir sus grandes pilas de datos en modelos con los que sus clientes puedan conversar.
Abogamos por que las empresas designen a un miembro de su equipo ejecutivo como responsable de la inteligencia artificial. Los primeros pasos serán bastante técnicos, por lo que aconsejamos que el CIO o el director digital se encarguen de ello. Y dado que gran parte del contenido generativo de la IA se utilizará para mejorar la experiencia del cliente, el director de marketing debería colaborar estrechamente con el ejecutivo principal”.
No es sólo las altas valoraciones de las empresas creadoras de modelos grandes de lenguaje, es también el año de subidas en los índices bursátiles. Juntos apuntan a una expectativa, a una apuesta de que la inteligencia artificial va a tener una influencia enorme en la economía, sobre todo en la de los países avanzados: la automatización de tareas en empleos de cuello blanco, llegando incluso a la sustitución por completo del trabajador.
Es por eso que se plantea que OpenAi valga 100.000 millones de dólares, por lo que hay una enorme excitación y traspaso de inversión hacia la inteligencia artificial y por lo que ha comenzado una carrera entre las grandes empresas tecnológicas con China por detrás y la Unión Europea desaparecida. No es simplemente por chatear con algo que parezca muy listo, tener novias virtuales o crear memes al estilo Pixar.
Hay dos consideraciones ante este panorama. Uno, si están en lo correcto los que apuestan por la inteligencia como la gran tecnología del siglo con esta enorme capacidad transformadora, ¿qué efecto tendrá en la sociedad?
Hay una mejora de productividad a la vista ¿quién la capturará? El mercado apuesta a que, en parte, los creadores de los mejores modelos de inteligencia artificial (OpenAI, Anthropic), pero hay otro tramo que estará en disputa entre empresas, inversores y trabajadores.
Excel cambió la contabilidad, pero los financieros siguen trabajando ocho horas al día, si no más. “Destruyó” muchos empleos, pero se crearon otros. Volveremos a hablar de la destrucción creativa a lo Schumpeter. Tenemos el estudio que analizó que ha ocurrido en una enorme plataforma de trabajo autónomo online tras el lanzamiento de ChatGPT el año pasado. Los autónomos consiguieron menos trabajos y ganaron menos dinero.
El otro es ¿realmente tienen razón en que la inteligencia artificial va a automatizar gran parte del empleo de cuello blanco o estamos ante la creación de una burbuja? O, en un estadio de distorsión menor, ante un nuevo episodio de sobre expectativas con una nueva tecnología. Es en este punto me animo a compartir mi análisis: con el estado actual de la IA, considero que no factible conseguirlo.
Y es que la IA generativa actual destaca y es utilizable en tareas atómicas, unitarias en las que hay una alta tolerancia al fallo. Cuando apareció ChatGPT mi primer comentario fue de “alucinar” con la tecnología, pero a la vez apuntar a que GPT-3 llevaba tiempo disponible sin grandes productos que lo utilizaran en producción más allá de crear campañas para redes sociales. Si no eres rigurosa siempre ¿eres fiable alguna vez para ponerte en producción?.
Más de un año después GPT-4 ha mejorado el “estado del arte” e inventa menos, pero el riesgo para la empresa sigue ahí.
La IA actualmente tampoco es buena en “paquetes de tareas”, es decir, en lo que realmente consisten los trabajos de cuello blanco. Hay cien proyectos de “agentes inteligentes”, de sistemas que utilizan APIs y servicios para acometer tareas complejas que no sean la mera producción unitaria (de texto, de vídeo). De momento ninguno ha conseguido descollar ni dejar de equivocarse.
Es por eso que el estudio de los autónomos de plataformas digitales que referencié antes no es extrapolable de manera inmediata. Está centrado en producciones unitarias, trabajos puntuales. Sí que rescato una conclusión que considero válida: ofrecer un servicio de alta calidad no mitigó el efecto negativo de la IA en los autónomos, los empleados de alto nivel se han visto perjudicados de forma desproporcionada. Así que convertirse en el mejor en un campo ya no te protege como ocurría en el pasado. Las personas medianamente dotadas y con buenas ideas consiguen ofrecer la misma o mejor calidad con la IA.
Sí creo en la visión “copiloto”, la IA actual como una herramienta que utilizar dentro de los procesos en una empresa, acortando tiempos y mejorando la productividad. Sólo con eso habrá un impacto notable en la economía y el empleo, en ausencia de innovación no veo factible la automatización de trabajos de cuello blanco. Es decir, no sustituye por completo a estos trabajadores del conocimiento, pero sí cambia a cuántos necesitas para producir lo mismo.
Si estoy en lo cierto, las valoraciones actuales de empresas de inteligencia artificial están infladas, el efecto será menor y más lento de lo que prevén los inversores.
Si estoy equivocado, el gran tema de la década en las sociedades avanzadas va a ser el de la desaparición de trabajos que creíamos a salvo de los robots y su influencia económica, social y cultural.
O puede que la innovación en IA en 2024 nos llevé a una nueva frontera: acertamos al considerar insuficiente lo que tenemos este año, al mismo tiempo que el límite tecnológico del deeplearning basado en tranformers está todavía lejos. Esa es la gran pregunta que me llevo al año que viene.
Feliz Año Antonio!, seguiremos aprendiendo de la IA que va a dar mucho de sí, eso sí haber hacia dónde va, Un abrazo!
Una profesión clave a seguir para comprobar el impacto de la IA es la de programador. Este artículo sobre cómo puede evolucionar es muy bueno: https://hups.com/blog/are-developers-needed-in-the-age-of-ai
Estamos ahora en la “fase 1”. Como dices es la fase de usar la IA como copiloto. El salto a la “fase 2” (usar la IA como un miembro más del equipo) es lo que es mucho más complicado. Como tú, creo que ahora el estado actual de los LLM no permiten a eso. Veremos en 2024.