Raspberry Pi todavía no es un fenónemo para países en vías de desarrollo

Desde hace meses busco sacar tiempo para "jugar" con mi Raspberry Pi, algo que no desentona con el patrón de quien ha adquirido el dispositivo: el 98% de las unidades vendidas lo ha sido en países desarrollados (98%) por un 2% que han comprado los países en vías de desarrollo (TC a partir de datos de la propia fundación).
No es de extrañar, los objetivos de sus creadores iban más en la línea de ofrecer un ordenador para que en las escuelas se empezase a programar más que tener un plan de emponderamiento en lugares donde el precio sea una barrera para acceder a la tecnología. Quizás ha llegado el momento de empezar a descartar esa idea de "ordenador barato para países en vías de desarrollo" y entender que ese rol lo está jugando ya el teléfono móvil.
Por cierto, quien quiera ponerse al día sobre este ordenador, recomiendo el a fondo que le dedicamos en Xataka.