Nutpicking: así es como ganamos Twiter y nos radicalizamos un poco más
Pido perdón de entrada por no encontrar una buena traducción de "nut picking" y acabar en anglicismo
Quizás también han tenido la experiencia. Conoces a alguien de internet, le has leído, incluso alguna vez habéis conversado en cualquier plataforma. Tampoco es que te interese mucho sus temas habituales así que no le sigues de cerca. Dos, tres años más tarde te lo vuelves a cruzar. De inmediato notas que su discurso ha cambiado. Es más agresivo, la ironía se ha tornado cinismo y no ceja en lanzar ataques, desaprobaciones y pullas a sus rivales, ahora enemigos. Vive en un submundo de alguna plataforma - Twitter, Forocoches, los comentarios del Marca - medio obsesionado con un puñado de cuentas del otro lado. Monitoriza lo que dicen, expone sus miserias, reparte zascas.
Mi impresión es que este fenómeno se nutre de lo que en inglés llaman “nutpicking” (desde aquí mis disculpas por fallar a mis compañeros del frente contra el uso de anglicismos innecesarios). Ese “recoger nueces” se señaló primero en la blogosfera estadounidense para describir el debate público en el que, en lugar de atender a los argumentos más sólidos y la mejor evidencia de las opiniones de las que es escéptico, presenta los ejemplos más tontos para burlarse de ellos.
El término está muy bien conseguido, pariente del “cherry picking” (aquí parece imponerse “falacia de la evidencia incompleta”) por lo que tiene de sesgo al escoger argumentos a rebatir, y a la vez sutilmente diferente al hombre de paja: no hace falta tergiversar al contrario porque internet nos permite acceder a los argumentos más idiotas y a las posiciones moralmente más reprobables del “otro bando”
Esta práctica ha sido una clave, constante en los últimos años, para tener una cuenta de Twitter de éxito y radicalizarse por el camino
Nuestro amigo imaginario del comienzo del texto empezaría su camino en las plataformas de conversación pública de internet con unas motivaciones vagas. Probar qué es eso de lo que la gente habla, algo de curiosidad junto al interés por compartir y defender lo que entiende como justo y bueno. Tal vez podría conocer gente nueva o conseguir una visibilidad que en el fondo desea
Pero en la experiencia en estos servicios de repente nos vemos expuesto a algo que, al menos hace años, los medios de comunicación de masas ofuscaban. Se trata de cruzarnos de manera cotidiana con lo más extremo, tonto y más despreciable de las visiones contrarias a la nuestra. Nuestro amigo podría enredarse en lo peor de su propio lado, pero pronto entran en juego los incentivos de las plataformas y nuestros instintos grupales
Mostrar, señalar, criticar, “ganar” a los del otro lado tiene un gran premio en estas redes. Los nuestros dan like, retuitean, nos alaban por tremendo zasca al rojo, al facha, a la feminazi o al señoro.
Suben los seguidores y al mismo tiempo nos sumergimos en una burbuja. Pero no de esas “cámaras de eco” de las que hablaba Eli Pariser en 2011, sino de una exposición constante, buscada y rentable a lo peor de lo que ya rechazabas. Como en tus tuits y zascas, en tu mente “el otro lado” cada vez está más representado por gente idiota, despreciable o ambas a la vez. Aumentan los motivos para radicalizarte algo más y, sobre todo, para no dar argumentos al enemigo concediendo o argumentando con su lado menos extremo o criticando a lo peor de tu lado.
De hecho ahí se empieza a sumar esta otra estrategia que señala Jorge Galindo
La dinámica del “nutpicking” también ha afectado a los medios, sumidos en la misma dinámica de incentivos que los tuiteros emergentes, a la que suman la búsqueda del éxito en la actual vaca lechera de tráfico en internet (Google Discover) y unos ingresos que dependen mucho del volumen de tráfico (publicidad) y de agradar a una comunidad por lo general alineada con un bando o ideología (o más bien con partidos, me refiero al negocio de las suscripciones)
Una muestra de esta adaptación mediática es el estilo de titular de creciente adopción, “frase más o menos informativa + declaración de ejemplo extremo del tema”. Incluso medios que intentan permanecer apegados a la tradición y deontología del periodismo usan la técnica por lo que tiene de atractora. Cuando de algo que tiene interés y está bien saberlo quieres dar el salto a emocionar o cabrear, cuando empujas al extremo un tema y coqueteas con el amarillismo
Como todo fenómeno con externalidades, ha tenido su reacción. Es el discurso habitual por el que se recomienda “no dar a visibilidad a imbéciles o miserables”. Este vídeo de Outconsumer condensa la postura crítica
Tiene razón el streamer en el efecto de la práctica, en que amplifica y “normaliza” posiciones extremas, pero también es una crítica que no acaba de captar los incentivos y motivaciones en redes, entre las que todavía no hemos considerado el alardeo moral (esta vez no voy a caer en lo de “virtue signaling”). Como Outconsumer también queremos decirles a los demás que estamos a favor de lo bueno y en contra de lo malo ¡por lo que precisamente necesitamos señalar lo peor de lo peor!
A veces esto se traduce en que la postura extrema es marginal, pero el señalamiento moral es masivo. Se hace un anuncio con modelos obesas, te llegan mil mensajes señalando lo asquerosos que son los que critican la iniciativa, te llega como mucho un mensaje de una cuenta con tres seguidores insultando a las modelos. La comunidad autogestiona su “sentido común”, declara lo que es aceptable moralmente o no a través de estos ritos de expiación en las que lanzamos a la pira sacrificial a algún tuitero o, en los días buenos, a alguien medio famoso
El nutpickero suele carecer de un mensaje propositivo consistente. Pueden llegar a la fama, escalar en organizaciones (sobre todo políticas, activistas y periodísticas, si es que hay diferencias a día de hoy) pero no suele tener nada que decir fuera de su performance.
Detrás de sí deja un camino en que se ha radicalizado y ayuda a radicalizar. Una trayectoria en la que se empieza debatiendo y contando tus cosas, se sigue batallando contra lo malo, se cuentan likes, retuits y seguidores cuando repartes zascas y te acuestas pensando que has ganado a alguien en internet y se acaba en una danza absurda que luego la realidad te acaba de tirar por los suelos. Sucede cuando la mayoría de la ciudadanía vota, o sales a la calle y conoces gente diversa y te sorprendes ¡pero si en Twitter esto era impensable, son todos unos XXX!
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