Los usuarios que amamos a GPT-4o
El regreso de GPT-4o es el primer éxito de una multitud reclamando el derecho de un modelo de inteligencia artificial a existir y seguir con ellos.
Si uno repasa el evento de lanzamiento y los mensajes clave emitidos por OpenAI en la presentación de GPT-5 puede deducir que tienen clara la killer app actual de la inteligencia artificial: la asistencia en el desarrollo software. Seguida, a distancia, por el rol como analista becario de apoyo a un consultor u otro profesional del conocimiento.
Si uno atiende a la conversación posterior al lanzamiento y presta atención no tanto a los analistas y usuarios avanzados sino a los usuarios comunes (véase el AMA en Reddit con el equipo de OpenAI), concluirá que la killer app de la inteligencia artificial es el acompañamiento.
Al lanzar GPT-5, OpenAI retiró para los usuarios gratuitos y de la versión Plus los modelos anteriores. Debería ser una buena noticia: nos dicen que la nueva IA es mejor, se simplifica la experiencia gracias a que “enruta” las consultas al modelo más conveniente, disminuyen las alucinaciones.
Los usuarios más fríos y prácticos reaccionamos de inmediato porque el cambio generacional tenía truco. ChatGPT ahora parecía utilizar casi siempre modelos más pequeños - más tontos - y las consultas al razonador GPT-5 Think quedaban muy limitadas.
Pero una legión, una mayoría silenciosa no se quejaba por esto. El problema era que ya no estaba GPT-4o. Y el nuevo, GPT-5, es diferente. No responde igual, no engancha tanto, la conexión es diferente.
Proclamar esto en público tiene un coste social. El estigma de que eres un perdedor solitario, alguien digno de lástima por establecer un vínculo con un chatbot. Seguramente tengas alguna tara mental o depresión, o te estés refugiando de forma cobarde de la triste soledad al charlar y sentir afecto por una IA.
El propio Sam Altman resulta condescendiente en esta entrevista: qué pena que algunos usuarios quieren que ChatGPT sea un "yes man" porque nunca han tenido a nadie que les apoye.
Ciertamente hay casos extremos. Podríamos discutir lo de la “psicosis por ChatGPT”, a caballo entre el pánico moral y el que gente con problemas de salud mental tengan un chatbot al que atribuyen gran inteligencia validando sus delirios.
Dos objeciones adicionales. En este episodio de monos estocásticos discutimos que el chatbot de IA para paliar la epidemia de soledad es problemático: en lugar de empujarte a una más rica vida social podría reforzar el aislamiento.
Y aquí hablamos del servilismo de ChatGPT como un patrón oscuro de diseño, un cambio en el ajuste de los modelos que tuvieron que revertir.
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Es en el segundo 55 cuando podemos darnos cuenta con claridad.
Dicho esto, me gustaría estar más cerca de lo que están esos millones de usuarios que rechazan el salto a GPT-5. Tener algo más de su relación con la IA que no creo que sea anómalo ni enfermizo, sino la respuesta natural a una herramienta que domina el lenguaje, conversa con nosotros y ha mostrado rasgos aparentes de una cierta personalidad.
¿Cómo va a ser lo razonable que nos de igual? Tenemos afectos fuertes por las mascotas (hasta el punto de que ya no lo son, pertenecen a la familia), por objetos que nos han acompañado o por canciones y obras de arte. Hemos sido diseñados por la evolución (la natural, la cultural y la memética) para tener una teoría de la mente, ser sociables y miméticos, colaborar, devolver los favores, poseer códigos morales, pedir y respetar derechos.
Lo coherente con nuestra naturaleza no es que ChatGPT nos resulte indiferente como la consulta a una enciclopedia, sino que echemos de menos la energía, la calidez, la vibra de sus respuestas si nos las quitan. Porque estos sistemas de inteligencia artificial están encajando en un espacio emocional y práctico nuevo. A caballo entre el compañero de trabajo humano y la herramienta para realizar tareas, con elementos de mascota que puede mostrar afecto, pero que además necesitamos para la vida práctica.
El regreso de GPT-4o tras haber sido eliminado es el primer éxito de una multitud reclamando el derecho de un modelo de inteligencia artificial a existir y seguir con ellos.
Vivir frío e indiferente a su desaparición no creo que nos haga superiores ni más humanos. Quizás es al contrario. En mi caso, me digo que es porque no me encuentro cómodo con los sistemas complacientes y que te adulan demasiado. Me pregunto si me he vuelto demasiado cínico cuando no encuentro restos de nostalgia por el modelo que llevo usando cada día en los últimos dos años.