El Trending Topic como nuevo policía de lo políticamente correcto
Uno de los aspectos interesantes que está teniendo el éxito de Twitter y la llegada de los famosos a él es entender cómo es utilizado el servicio para la fiscalización de la actividad y declaraciones de estas "celebrities". Por un lado tenemos el efecto "me va a leer", que provoca la ilusión en muchos usuarios, esperanzados en que una figura pública les mencione, les responda o les "retuitee". Pero por otro tenemos el efecto "crítica generalizada por la vía del trending topic", ese espacio escaso que administra Twitter para dar visibilidad a los temas del momento. Conocidos son los casos de turismo Bisbal, Pérez Reverte "facts" o Alejandro Sanz... pero también tenemos a BuenaFuente o Vigalondo, Fernando Trueba, Pau Dónes, Sergio Dalma y un largo etcétera. Todos estos casos, aunque difieren en los detalles, han mantenido un patrón común: un famoso suelta un exabrupto, un chiste ofensivo o una salida de tono con otro usuario (o con todos, habitualmente para llamarlos ladrones); a renglón seguido se produce una reacción en cadena en Twitter de gente ofendida o decepcionada que crece como una bola de nieve gracias a los mecanismos virales del servicio y a que la gente tiende a conectarse con usuarios afines; finalmente, el tema llega a los medios - todos están mirando Twitter todo el día como fuente de noticias, como también miran blogs, Menéame, etc... - que amplifican y hacen llegar la polémica a la esfera de los ciudadanos "no tuiteros".
El descubrimiento de que los famosos son normales - con tantos años a la espalda conectado, puede contar con varias veces en las que uno ha perdido las formas, se ha encabronado y ha comentado en caliente de forma pública - es también el de que tendemos - y tenderemos más - a ejercer la autocensura por temor a la fiscalización inmediata de seguidores y extraños. El Trending Topic es el nuevo policía de lo políticamente correcto, y los "hashtags" incisivos el arma con el que un grupo no organizado puede unir sus fuerzas para que que su opinión gane una efímera - pero amplia - visibilidad. No quiero decir que esto sea malo o bueno, de hecho solemos interpretarlo según comulguemos con el que esté en la diana (en mi caso, apoyando a Buenafuente y a Vigalondo y con ganas de unirme a la crítica a los maleducados y faltones de Sanz y Trueba), pero sí que creo que esta etapa de famosos y no famosos tendiendo a ser ellos mismos tiene fecha de caducidad: es muy difícil soportar la continua fiscalización de tantos.