El libro de texto no debe ser digitalizado, debe ser transformado
Leyendo sobre el proyecto de "Los Piratas" de un portal de descargas de libros de texto he recordado lo que discutíamos por aquí hace tres años sobre el tema de ""La Educación 2.0 y las herramientas tecnológicas", cuando empezamos a hablar de cómo la tecnología e internet podrían ayudar a transformar la educación.
Desde entonces hemos visto aparecer un buen montón de iniciativas, desde la explosión de la Educación abierta hasta Khan Academy, pero también el esfuerzo de las editoriales por "digitalizar el libro de texto" con un esfuerzo reseñable de Apple por entrar en este terreno (iTunes U App, iBooks2). Es muy probable que a lo que asistamos sea a un proceso de digitalización, de seguir haciendo lo mismo de siempre, con los mismos actores, negocio y márgenes, pero trasladado con peor o mayor fortuna a una pantalla. Como en toda industria y faceta de la sociedad a la que ha llegado la transformación provocada por internet, la reacción de los actores dominantes es intentar que se mantenga el status-quo, vendiendo esta digitalización como todo lo necesario para actualizarse a los nuevos tiempos: la música la seguiríamos comprando por discos, la información sería que un periódico descargable en PDF, la enciclopedia la versión digital de la Britannica y así con todo.
Pero lo que sería razonable y deseable es una verdadera transformación, la cultura del libro de texto y su obsolescencia planificada deberían ser puestas en cuarentena. ¿Qué sentido tiene generar y hacer comprar millones de libros cada año? ¿Qué sentido tiene renovar el libro de matemáticas cada poco tiempo? Bueno, muchos entendemos que tiene sentido económico, pero en un sistema educativo en el que los propios profesores comparten sus unidades didácticas, ejercicios y resultados en el aula de las mismas deberíamos llegar a un escenario en el que el coste por libro (incluso si queremos mantener el objeto físico) debería ser mucho menor o incluso 0 en versiones digitales. ¿Por qué el libro de texto que utilicemos no puede ser uno creado por un conjunto de profesores que ha decidido compartir su trabajo?
Y esto que planteo - muchos docentes amigos me han reafirmado - está lejos de ser revolucionario, como los modelos "Flip teaching" y similares (un tema que me apasiona y que merece la pena seguir), es simplemente utilizar la tecnología no como un fin en si mismo (ese estúpido discurso del número de ordenadores por alumno) sino como una herramienta para potenciar el rol del profesor como filtro, guía, acompañante y diseñador del recorrido en el aprendizaje del alumno.
Relacionado: El cole de Sillicon Valley que repudia la tecnología