El ¿imposible? negocio del libro Creative Commons
En contenidos digitales llevamos tiempo sosteniendo que la competencia frente a lo gratis viene dado por una mejor experiencia de usuario. Hay distintas manifestaciones de ello, desde Spotify en la música hasta el 3D en el cine, que muestran que en un escenario en el que los contenidos están disponibles de forma gratuita en la red, el usuario está dispuesto a pagar en algunos casos por un servicio o por una experiencia, pero no por esos contenidos. No hay que buscar muy lejos para observar el impacto en las ventas de la música y en las distintas ventanas de explotación en el cine, se venden menos compactos, menos "DVDs", pero se va más a salas - de cine, de conciertos - a disfrutar de una experiencia superior a la que tenemos en casa. Y tenemos el libro electrónico, sobre el que se proyectan las mismas teorías que con la música pero con un problema en el horizonte difícil de resolver: la mejor experiencia a día de hoy en lo que a libros se refiere es vender un libro físico, algo amenazado por la popularización de los lectores de libros electrónicos. Si obtengo gratis la última novela de McEwan, la leo en el Papyre o en el Kindle o en el lector que utilice, ya no hay más. McEwan no puede dar conciertos y beneficiarse de que me haya encantado "Amsterdam" obteniendo ingresos por otras vías. Durante algunos años publicar el libro con licencia Creative Commons para que se lea gratis puede funcionar como estrategia de marketing para vender más libros de papel, porque la base de usuarios de lectores de libros electrónicos es baja todavía. A largo plazo, sólo algunos géneros - fotografía, cocina, arquitectura - que requieran fotografías de gran tamaño podrán seguir diferenciando experiencias. Los libros de divulgación, la literatura en general, no. Y esto aplica tanto a los que publiquen con una licencia que permita la distribución gratuita de sus obras como a los que no, pero sus obras son digitalizadas y compartidas en la red. Si el libro electrónico triunfa - servidor apostaría a que lo va a hacer, aunque de forma más lenta de lo que muchos piensan - el futuro pasa por contemplar el escribir como una labor no profesional (para la mayoría de los escritores ya es así) o por el triunfo de plataformas en las que coincidan una gran experiencia y el control de copia (tipo Kindle o AppStore de Apple).
En el blog de la Cuarta Taifa, JJ apunta a cierta economía de escala: a más descargas, el porcentaje de usuarios que acaba leyendo y, posiblemente, comprando es mayor, por lo que para algunos puede funcionar. Esto es cierto en tanto en cuanto se mantenga un alto porcentaje de la población que prefiera libros de papel y el libro mantenga el prestigio como regalo que ahora tiene. Si esto no se mantiene - como ha sucedido con la música - quedará la economía del afecto a lo RadioHead. Pero con casos como este corremos el peligro de sacar conclusiones a partir de la excepción y no de la norma, al igual que Mark Pilgrim publicó su Dive into python bajo licencia GNU (permite uso comercial además) y vendió bastante a través de su editorial (aunque luego otra empezó a comercializar el libro sin darle un céntimo como permitía la licencia, fernand0), tenemos otros casos como el de Alorza con su "Manual de uso del blog en la empresa", con 200000 descargas y 50 ventas (vía su Twitter). En definitiva, si bien en la música parece que hay un modelo razonable para ofrecerla gratis (ya sea con Creative Commons u otra licencia, ya sea en descarga o en streaming), en la literatura no está nada claro.
Claro que hay muchas motivaciones para escribir un libro, desde el puro placer de hacerlo hasta la llamada "marca personal". También hay mucha gente pensando nuevos modelos de negocio, ahí tenemos el libro como aplicación software o los que piensan en llenarlos de publicidad... aunque casi todos estos nuevos modelos aplican para cosas que ya no son realmente libros, necesitan ser algo más o algo distinto al menos. Hay algunos años por delante en los que la mayoría de la gente preferirá un libro físico, antes de afrontar este dilema. Quizás en ellos se haya desarrollado una cultura de pago más sólida en contraposición a la cultura de lo gratis, (de hecho hay ámbitos en la que esto está sucediendo, el móvil, por ejemplo) o se plantean modelos que no se queden en el uso de DRM y la presión por legislar contra las libertades en la red. Lo que no comparto es la actitud que muchas veces se destila sobre el negocio de la industria cultural, yo sí quiero que sigan existiendo Bolaños, McEwans, Coetzes... talentos que puedan vivir de y por hacer buenos libros que tanto me han aportado.
Dos enlaces extras sobre este tema: Sin Copyright, ¿de qué vivo? en Papel en Blanco y PJorge sobre el libro de Enrique Dans, que tiene licencia Creative Commons