Apple no va a parar. Y sería deseable que hubiese quien parase a Apple
Apple no va a parar. Más allá de las novedades - interesantes de analizar aparte - del nuevo sistema operativo para iPhone y iPad y de iAd, su sistema publicitario, creo que este es el resumen del mensaje que enviaron Jobs y compañía al resto del sector: nos sentimos fuertes, tenemos un montón de dinero en la caja, el efecto red que antaño juega en nuestra contra empieza a hacerlo a favor, los usuarios buscan experiencia antes que apertura... y todo ello se resume en que, desde el control de la relación con los usuarios, en Apple nos sentimos capaces de asaltar todos los mercados y quien quiera adaptarse a nuestras normas, que lo haga. Al resto lo dejaremos fuera de la fiesta.
Ayer, entre novedades de iPhone 4.0 y demás, enviaron una serie de "dardos" que no tienen desperdicio. El primero y más significativo era hacia Google, cuyo pecado de querer usurpar el rol de "interfaz con el usuario" a través de Android, jamás será perdonado: iAd supone un movimiento muy agresivo de entrada en el mercado publicitario por parte de Apple. A eso hay que sumar que quieren empujar fuera a las redes sociales de juegos para iPhone con la suya propia, que buscan arañar espacio a RIM en el sector de empresas y, sobre todo, que se cierran a que los desarrolladores usen otras herramientas de programación que no sean la SDK oficial (Uberbin). Además de suponer un nuevo tiro de flotación a Adobe y sus deseos de Flash como el nuevo Java, quiere impactar de una manera perversa en el resto de plataformas de aplicaciones: como las empresas tienen presupuestos limitados y hay muchas plataformas, lo óptimo es utilizar aquellas tecnologías que te permiten ahorrar costes programando una vez y luego "portando" el código a cada sistema. ¿Por qué hace esto Apple? Porque su plataforma es la que mejor ROI tiene a día de hoy y, obligando a las empresas a desarrollar sólo con su SDK, consiguen que se hagan menos aplicaciones para otras plataformas.
iAd
iAd merece un análisis sosegado más adelante. Lo que me interesa, más allá de calibrar cuán de potente es su modelo de Adware (publicidad en aplicaciones ha habido desde hace lustros, estamos probablemente ante una sofisticación más o menos trabajada), es qué van a tener en exclusiva los que usen su plataforma respecto a otras. De entrada, presupongo algo que de cara a futuro puede resultar un campo inmenso de negocio: la integración total con iTunes para que Apple sea el intermediario por excelencia en el comercio electrónico como medio de pago. Si hay algo que necesitan los servicios de pago con el móvil es simplificar la experiencia y ahí los operadores siempre han tenido la ventaja de "pagar en la factura del móvil"; integrando sistema de respuesta directa en iAd posiblemente nos encontremos con que iTunes pueda ocupar el rol de plataforma de pago por cualquier transacción que se haga en un iPhone o en un iPad.
El resto del sector frente a Apple
Si a todo esto sumamos los deseos de Apple de empujar el modelo de las consolas para la informática personal mi conclusión es que ojalá modelos alternativos a los que plantean sean los que se impongan en el mercado. A día de hoy no apostaría mucho porque esto vaya a suceder en los próximos dos / tres años, pero la perspectiva de que las bases del futuro de casi cualquier negocio pase por las normas que marque el farbicante del hardware me resultan funestas. Siempre ha habido tensión entre las plataformas y quienes hacen negocio sobre ellas, lo que plantea Apple es una visión de dominación completa por parte de la plataforma, que gracias a construir buenas experiencias de usuario está haciendo valer el poder conferido por controlar el interfaz con el usuario. A eso y, en parte también, al secuestro ideológico de gran parte de los analistas tecnológicos que sólo hablan de apertura cuando se refieren al resto de compañías.
Otros modelos son posibles y, en mi opinión, muy deseables. Y, si Apple sigue creciendo como lo está haciendo, irá siendo hora de que empecemos a plantearnos hasta qué punto sus prácticas son abuso de posición dominante.